El presidente de EEUU, Barack Obama, saluda al rey Salman de Arabia Saudí al inicio de su reunión en Riad el 20 de abril de 2016. / Jim Borg (Reuters)
La fotografía que encabeza este artículo es menos efectista que otras muchas que hubiéramos podido colocar en su lugar sobre Arabia Saudí, como las que recogen castigos físicos en público (desde latigazos a decapitaciones e incluso crucifixiones) o las constantes vejaciones a que son sometidas sus mujeres. Sin embargo, a mi juicio, refleja mucho mejor la represiva situación del país saudita, o más bien las causas últimas que explican su persistente inobservancia los derechos humanos.
Estos –como denunciaba Amnistía Internacional a principios del año en curso– son objeto de toda clase de violaciones: aplicación de pena de muerte y de penas crueles e inhumanas, persecución a activistas de derechos humanos, prohibición absoluta de concentraciones públicas, discriminación sistemática contra la mujer…
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