El Gobierno del Partido Popular incumplió el objetivo de déficit público en el año 2015: en lugar de cerrar con un desequilibrio presupuestario equivalente al 4,2% del PIB, lo elevó hasta el 5%. Un desajuste de 8.500 millones de euros por el que Bruselas a punto de estuvo de sancionarnos —con razón–.
Como es bien sabido, todo déficit público es consecuencia de que los gastos del Estado superan sus ingresos y, por tanto, la desviación anterior necesariamente habrá de deberse a que el Gobierno no fue capaz en 2015 de incrementar sus ingresos o de recortar sus gastos lo suficiente. Acaso uno podría exculpar parcialmente al Ejecutivo si tal fracaso fuera resultado de su omisión, es decir, de no haber sido diligente a la hora de adoptar las medidas pertinentes para asegurarse un incremento de la recaudación o, idealmente, una rebaja de los desembolsos. Pero no, el incumplimiento del…
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