Por: Ignacio Fernández Candela
La desorientación, lo imprevisible; la tibieza ante la contundencia violenta del yihadismo, la incapacidad para afrontar situaciones que ya han desbordado la ingenuidad europea que sigue sin reaccionar, son las características que corroboran una situación desnortada e improvisada susceptible de empeoramiento.
Desde comienzos del siglo XXI, a modo de llamada de un destino apocalíptico, la violencia terrorista se ha multiplicado mundialmente para terminar posicionándose, organizada e identificable, en Oriente Medio con la aparición del ISIS.
Se han cumplido muchas fases de una intención de reconquista ideológica y de territorios evolucionada, con el fin de convertirse en un plan histórico de invasión sin límites. Así otro paso más de ese objetivo es el campo de batalla que se ha trasladado a Occidente sin generales ni puestos de mando: asistimos desbordados en territorio europeo a una guerra sin ejércitos donde actúa la idea convertida en arma con el nombre de Alá.
Por otro lado el incremento de la natalidad, la preponderancia de las costumbres islámicas en detrimento de la cultura propia de Occidente; el Caballo de Troya, por caridad mal entendida, en que se ha convertido la acogida de la afluencia masiva de inmigrantes entre los que han entrado radicales islamistas; la proliferación de los núcleos de radicalismos, camuflados como centro de oración donde se proclaman consignas belicistas e intimidatorias, son factores complementarios que actúan inexorablemente en esta cuenta atrás hacia la pretensión de islamizar Europa.
Con la creación del Estado Islámico se dio un paso decisivo por la marcha de la globalización del radicalismo en países de mayoría musulmana, iniciada después de los atentados de las Torres Gemelas. Una estrategia proliferante que incisivamente procuró la estructura terrorista de Bin Laden y que quince años después encuentra en la creación de un califato la máxima expresión de la violencia dirigida a objetivos expansivos, con una inspiración mesiánica que pretende afectar a la situación geopolítica del mundo entero en una contienda generalizada. Después del proceso de radicalización en países islámicos, la siguiente fase pasa por el dominio del Islam en propio territorio de infieles. En ello están.
La evolución de la ofensiva yihadista
El terrorismo yihadista ha evolucionado proporcionalmente a los errores geoestratégicos de Estados Unidos y sus aliados, justo cuando irrumpió Al Queda en una primera fase de desestabilización necesaria para modificar el status quo de la hegemonía occidental. Al día de hoy se constata que fue un dislate destruir las presas en Irak y Libia que contenían las aguas salvajes del radicalismo musulmán. Dirigida y financiada en principio por Osama Bin Laden, la organización terrorista se convirtió en una estructura de células organizadas que operaron integradas en un núcleo para convertirse paulatinamente en una base identitaria que condicionó miles de acciones violentas en distintos lugares del mundo sin necesidad de dependencias o contactos entre los terroristas. Cualquier atentado podía ser reivindicado por Al Qaeda si los autores mataban en nombre de la organización y las mismas premisas religiosas y políticas en que han basado su poder destructivo e influencia excluyente. Así sigue siendo, hoy con el añadido del ISIS pretendiendo una decisiva extensión del califato que abarque a Occidente.
Bien puede decirse que la reconquista musulmana hace tiempo que se ha iniciado. Es más, el proceso está muy avanzado y se ha disfrazado de terrorismo internacional. De Europa se busca un colapso y debilitamiento propios de acción de guerra en estos mal considerados tiempos de paz y las futuras víctimas aún no han tomado consciencia del proceso invasivo.
Para llegar a estos momentos cruciales antes han pasado muchos años de indiferencia occidental ante la violencia estratégica en países de mayoría musulmana pero no radicalizada. El mismo proceso que ha sufrido ahora Turquía con el beneplácito de su presidente que tiene las llaves de las puertas de Europa y el paso franco a la radicalización. Porque Al Qaeda provocó violentamente durante años el mismo proceso que ha conseguido Erdogan aplastando en unos días a la oposición que defendía la laicidad del país. Distintos caminos hacia una misma meta que confluyen peligrosamente siendo Europa incómodo testigo de esta incertidumbre añadida.
Lobos solitarios y mayores riesgos
Europa ignora qué puede suceder como consecuencia de los despropósitos que ha encadenado con decisiones erróneas y arriesgadas. Los lobos solitarios pueden proliferar inusitadamente, siendo solo peones de estrategas con mayores planes de desestabilización. La disposición defensiva europea es mucho más compleja que la fácil del atacante, máxime cuando las conexiones entre los terroristas son comúnmente ideológicas pero prácticamente independientes en cuanto a la logística y capacidad operacional. Es muy difícil la lucha antiterrorista cuando el enemigo no es identificable y se activa sin dependencias ni jerarquías a las que servir, no ya como organizaciones terroristas o grupos independientes, como sucedía con Al Qaeda, sino como voluntades individualistas con manuales disponibles por internet y el ánimo de infligir un daño usando como arma cualquier medio. Absolutamente inesperado e incontrolable.
¿Cuánto de inesperado, incontrolable y dañoso podría significar un ataque organizado por parte de miembros del Estado Islámico provistos de logística para perpetrar un atentado de dimensiones apocalípticas? No bastan las medidas de seguridad actuales para evitarlo si la política condescendiente europea sirve en bandeja los propósitos yihadistas.
Las circunstancias son más que delicadas. Occidente aún no es consciente del método de implosión por el que se pretende islamizar Europa, no solo por el flujo migratorio o la independencia cultural y religiosa que se anteponen a la idiosincrasia de los países que la integran, sino también mediante la ofensiva del terror que ha tomado ya el pulso de la seguridad y que será incrementada en momentos cruciales, buscando un debilitamiento generalizado con la baza de la religiosidad que sabe esperar pacientemente los tiempos para mayor gloria de Alá.
En tanto, a la Europa aletargada y confiada en la ignorancia de sus dirigentes solo le resta ser más consciente de sus indefensiones. En muchos lugares alguien quiere dejar su huella contra el infiel y disfrutar de las vírgenes del paraíso. Llevan ventaja, los europeos solo queremos que nos dejen en paz; lo mismo que nos desean ellos.
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