Photo credit: Toni Martín via Foter.com / CC BY-ND
Las mujeres del Marino.
En puerto seguro vivía el viejo Marino, allí compartía ilusiones y envejecía al compás de los vientos, con su mujer llamémosla A.
Esta de su compañía disfrutaba y sobre todo un gran amor le prodigaba. Conocía sus amores en cada puerto. Pero también entendía, que así el amor él sentía.
En otro puerto más allá de donde sale el sol, el viejo Marino, se prodigaba con la Señora B. Esta era una bella dama que no en lozanía ni carácter a la Señora A envidiaba. Y su cariño y afecto le daba.
El pícaro Marino se dejaba amar, y la Señora B misivas le enviaba. Se prodigaban el diario querer pero pronto volvía a navegar hacia el Norte, para a la señora C su amor entregar. Quizá a la que más quería , pero también con la que compartía…
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