Esa extraña sensación que nota, esa desorientación, ese vértigo extraño que le recorre el cuerpo y le alarma porque nunca antes lo había sentido tiene un nombre: victoria.
Es, sí, muy extraño. De hecho, la derecha real lleva medio siglo sin recordar bien a qué sabe. ¡Oh, no me venga con que el PP gobierna, que ha tenido mayoría absoluta recientemente, que ahora hay una conservadora en Gran Bretaña y una democristiana en Alemania!
Estoy hablando en serio, de verdad. Una victoria de un partido no es una victoria del conjunto de ideas, de la visión de la sociedad que se supone que representa si no la aplica desde el Gobierno. Y ¿podrían decirme un solo detalle significativo en el que el progresismo haya retrocedido, no importa la etiqueta que tenga el partido en el poder?
Pese a la retórica, obligatoria en un régimen de partidos, a la izquierda oficial…
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