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Los discursos más ridículos de la “gente” de Podemos

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Pablo Iglesias, durante la pasada campaña electoral | EFE

Pablo Iglesias, durante la pasada campaña electoral | EFE

No todos los podemitas que hablan en público dominan el noble arte de la palabra. Algunos, de hecho, lo ignoran por completo. Aquí algunos ejemplos.

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Tal vez el debate interno más repetido en Podemos es el que tiene que ver con la participación de la “gente” (palabra favorita del partido). La formación morada nació como organización participativa desde abajo en la que todo el mundo podía opinar. Se crearon foros, asambleas, círculos, triángulos (círculos pequeños con tres miembros) y todo tipo de organizaciones para discutir o señalar al otro como traidor.

Todos los podemitas tuvieron la sensación de que podrían participar y decidir como pueblo por fin sobre las cosas que le afectan. Basta de votar cada cuatro años, pudiendo hacerlo todos los días. Seamos dueños de nuestras propias vidas. “Quiero poder participar”, decía Pablo, tratando de expresar el cabreo del personal.

Un nuevo país se abría ante nuestros ojos. Por fin se veían expresadas las reclamaciones del histórico 15-M que reunió en la puerta del Sol a treinta mil personas. Pueden parecer pocas, pero son más que usted y yo, que somos solamente dos. Allí, en Sol, se celebrabanasambleas en las que el que quería podía arreglar el mundo. Todas las asambleas fueron registradas en cuadernos (que acabaron en un cajón cogiendo polvo, claro).

Este discurso asambleario de Podemos duró una breve temporada. Mientras la ilusión crecía en los recién llegados podemitas, los creadores del partido tomaban las posiciones que les permitieran controlarlo todo. Iglesias en el pasado ya había expresado que la política asamblearia le parecía una ficción. Concretamente, en la conocida entrevista en la que se ciscaba en los medios de comunicación privados, reconocía que algo “participativo, todo el mundo levantando la mano, dando su opinión, construyendo procesos desde la base, que luego ya se reunirán en una cafetería los jefes para tomar las decisiones importantes, no me interesa eso”.

Además, destacaba que el papel del Estado era imprescindible para “empoderar a la gente, que es la base de la democratización de la política”. Comparto que la política asamblearia es un caos inútil y un cebo para incautos. Y la democracia directa y participativa es algo que utilizas cuando sabes el resultado del proceso de votación, salvo que seas David Cameron. Nunca nos pedirán votar si queremos pagar menos impuestos, se lo garantizo.

Parte de los dirigentes de Podemos consideran que dejar hablar a todo el mundo no suma, sino que resta. ¿Por qué? Porque cuanta más gente hable, más meteduras de pata se producen y más contradicciones empiezan a salir a la luz. Y eso no es bueno en tiempos en los que de los partidos políticos se espera un discurso único, que fácilmente se confunde con ser un partido cohesionado.

Además, no todo el mundo tiene la capacidad de expresarse en público sin hacer el ridículoo sin decir alguna barbaridad. Así que poco a poco las asambleas se convierten en un lastre en el que pueden aparecer incluso denuncias de agresiones sexuales. Ante el temor de levantar un partido caótico e ineficaz, que se quemara rápido ante una cascada de meteduras de pata, Podemos se organizó como un partido tradicional con su líder y sus amigos del líder (órganos ejecutivos). Y fin.

Esto provocó desencanto en las soñadoras bases y en Monedero. Esperanzas enterradas, pero partido bien atado. En mi opinión, elección correcta (y ahora lo vamos a demostrar). Pero las elecciones no fueron todo lo bien que en Podemos hubieran deseado, ni yendo en coalición con cuarenta partidos. Así que llegó el cambio de estrategia: después de ignorar a los círculos en la mayoría de las decisiones del partido, tocaba dar voz a la gente. Este mismo mes, acto de encuentro y reconciliación de Iglesias con los círculos en el teatro Palafox de Madrid.

El líder entra y tras él se despliega una pancarta con un dibujo de la cara que Pablo tendrá dentro de veinte años. “Empujando están lxs muchachxs de la coleta”, dice el lema de la pancarta (lema que el círculo de sobones sabría rimar fácilmente). Esta inspiradora frase vuelve a recordarnos que la izquierda domina la cultura y tiene a los artistas a su favor creando hermosas consignas y versos atemporales.

A este evento participativo acuden mil personas. Dura algo más de una hora. El tiempo se distribuye con equidad: Pablo habla cincuenta minutos y las otras novecientas noventa y nueve personas hablan diez minutos entre todas (no hablan al mismo tiempo, por aclarar). Cuando Pablo termina su largo discurso, se hacen preguntas y el líder contesta. Entrega y bondad. Entre las preguntas, hay un chico de un círculo de Podemos que toma la palabra. Su aportación es breve, pero valiosa. Por suerte, el vídeo de La Contra TV está subtitulado:

Impresiona desde el principio. Agradece un acto para la militancia en el que solamente habla el líder. Seguidamente, anuncia que quiere “hacer varias cosas en hincapié”. Todos los elementos de la frase “hacer hincapié en varias cosas” están ahí, aunque el orden no es el tradicional. Por desgracia, no hay traductor simultáneo en la sala, pues el partido confiaba en que todos los asistentes hablaran castellano usando las palabras en el orden estandarizado. Desastrosa organización, Podemos. Fatal.

Seguidamente, la persona que ha tomado la palabra hace una aclaración importante: “Yo soy hombre”. No fastidies. Estupefacción entre los asistentes. Fíjense en la cara de Rita Maestre al fondo, totalmente boquiabierta. Bien. Pero sigue: “Yo soy hombre, pero”. Vamos mal. Esto acaba en accidente seguro. “Yo soy hombre, pero como hombre quiero que participen mucho las mujeres, feminizar (realmente dice otra palabra, “fenizmizar”, seguramente de raíz húngara, pero traducimos y eliminamos balbuceos) la política. Feminizar la política no sólo es que estas instituciones (¿?), sino que se hagan y se predican con el ejemplo”. Miren, yo qué sé.

Me gusta mucho el momento en el que, dándose cuenta de que ha sido capaz de hilar dos frases sin trabarse (es un decir), se va viniendo arriba. “Que se les dé voz, que se les dé voto, que se les dé más autoridad en todo, que se les dé más oportunidades”. Madre mía, Clara Campoamor reencarnada, con la única pega de que estamos en 2016. Si Iglesias en la última campaña electoral vasca pedía que los niños pudieran ir al colegio, ahora este señor pide que las mujeres tengan voz y puedan votar. Cada generación necesita sus pioneros, aquellos individuos que van por delante de la sociedad y de los tiempos. Las mujeres “no sólo son cuatro o cinco, son el 55% de la población en España”, añade nuestro hombre.

Seguimos con las cosas de las que nadie se había dado cuenta. A pesar de ello, hay aplausos, incluso de Pablo. España tiene cuarenta provincias, ovación cerrada. El Ebro nace en Cantabria, público en pie. “Son una gran votación para España, no sólo para Podemos. Es de sentido común. Son ese tipo…”. Esta frase queda inacabada, para desgracia de todos. Me sorprende que lo primero que haya sabido valorar de la mujer es que “son una gran votación”. Es decir, importan porque son muchas y también pueden votar (aunque hace un minuto ha pedido el voto para ellas). Es todo caótico: cuando empezó a hablar no existía el sufragio universal, pero ahora sí.

Lo peor está por llegar. Las mujeres “son las que nos llevan la comida a casa, son las que gracias a ellas nos hacemos grandes”. Rita Maestre, que sigue al fondo (bajo el micrófono, si no la han encontrado), mueve su cuello en señal de “te estás luciendo, campeón”. Es raro que (siguiendo la lógica de este hombre) si lo más destacado de ellas es que son muchas y nos traen la comida a casa (salvo si alguien compra por internet, que entonces el mérito es del transportista) nos hagan grandes.

Creo que la hoja de servicios podría haberse mejorado. El hombre, que debe de haber escuchado murmullos, además del crujir de pescuezo de Maestre, intenta remontar y vuelve a lo seguro: “Nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras abuelas. Muchas gracias”. Última frase sin verbo, pero en la que todo es cierto. Termina aquí. Pablo aplaude, magnánimo.

Yo pido un abrazo para este chico que no ha tenido la culpa de meterse en este berenjenal. Bueno, sí ha tenido la culpa, pero esto le puede pasar a cualquiera. De repente vas hablando y, con la mejor intención del mundo, te has metido en el pozo del machismo y salir de ahí es prácticamente imposible. Cuanto más intentas alabar, más machista eres. De repente, te despiertas una mañana y eres Donald Trump, pero en pobre.

Aquella tarde hubo más preguntas y reflexiones. Hasta ocho. La mitad eran “qué hay de lo mío” y la otra mitad eran “somos los mejores”. No sabría decir cuál fue la peor. Pablo, que había ido anotando los comentarios, tuvo que contestarlas todas en dos minutos y se disculpó por haber empleado tanto tiempo en su discurso.

Ya que hemos entrado en el lóbrego tema del machismo, veamos otra gran intervención. Esta vez no se trata solamente de un militante, sino de la consejera y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, Beatriz Gimeno. En su perfil de Twitter dice ser anticapitalista. No especifica si es anticapitalismo nórdico. Es uno de los primeros actos importantes de Podemos, en febrero de 2014. No han llegado a participar en unas elecciones.

Dice muchas genialidades, pero mi parte favorita es una reflexión que debería servir de advertencia a todos: “El capitalismo, cuando aprieta el acelerador, destroza las vidas y se lleva por delante las vidas del noventa, del noventa y nueve por ciento de la población. El patriarcado solamente se lleva por delante las vidas de la mitad de la población”. Mierda de patriarcado que no sirve para nada con su absoluta ineficacia a la hora del genocidio. No entiendo que el capitalismo se lleve por delante la vida de casi todos. Además, ese baile de cifras (primero noventa y luego noventa y nueve) no inspira mucha confianza en el cálculo.

Tal vez Gimeno solamente quiere decirnos que todo el mundo se muere al menos una vez en la vida. Y eso es cierto. Aunque, en ese caso, no entiendo qué pasa con el uno por ciento restante. ¿Hay un uno por ciento de la población que no muere? Bien. Cuando Gimeno lanza su apocalíptico anuncio, enfocan a un hombre que está en el público con cara de “qué demonios hago yo aquí”. No haber ido. A las asambleas de Podemos se va extrañado de casa.

El Tratado de Tordesillas, el de Versalles, el pacto Molotov-Ribbentrop o la Conferencia de Yalta quedan en nada ante el pacto entre el capitalismo y el patriarcado del que nos habla Gimeno. Su objetivo: tocar las narices a todos. No acabo de entender que si uno de los dos sistemas por sí solo “se lleva por delante” al noventa y nueve por ciento de la población (todos menos el Club Bildelberg y Florentino Pérez) ¿qué utilidad tiene el otro? Sí, los hombres nos salvamos del patriarcado, pero el capitalismo acaba con nosotros igualmente. Es como quitarte el azúcar del café pero seguir echando cianuro. No adelantamos nada.

“El neoliberalismo tiene su propia política sexual. Y está apretando el acelerador de su política sexual, porque el neoliberalismo necesita una política sexual”, comenta la diputada. Ahora es el neoliberalismo el que acelera. ¿Hacia dónde va? ¿Cuál es la política sexual del neoliberalismo?

“Cuando todo se tambalea, cuando todo es frágil, cuando la gente empieza a pensar que no tiene nada y que no le queda nada, los hombres siempre pueden pensar que al menos tienen su masculinidad inexpugnable”, sentencia. Así que uno puede estar muriéndose de hambre en este mundo neoliberal, pero si es hombre, siempre le queda su masculinidad, echarse la mano a la entrepierna y aquí no ha pasado nada.

He iniciado una investigación sobre los liberales y su política sexual. He buscado con Google cuántas noticias de esta página web contienen la palabra “pene”. Y hay cientos. La última es de hace unos días: “Un hombre se hace una cirugía en su propio pene”. Un hombre neoliberal, huelga decir.

Lo típico que no te queda nada, todo se vuelve frágil (menos la masculinidad) y te operas el miembro. Otros titulares que aparecen son “Un hombre corta el pene a su amigo al perder una apuesta” o “Un escocés golpea con su pene a una oficial de policía”. Qué cosas pasan. Uno de los artículos que aparecen en la búsqueda lo escribí yo y en él mencioné al miembro masculino en siete ocasiones sin ser censurado por ello. Es evidente que los neoliberales intentan algo con esta inaceptable campaña liberal-falócrata. Campaña sin sentido, pues nos van a matar a todos.

Maduremos. Presentación de la candidatura “A por ellos”. Por desgracia, no tenemos imágenes de la reunión en la que se decidió este nombre. Pero sí la tenemos de la presentación. Al micrófono, Alba López Mendiola, inicialmente “gente”, pero actual vocal de Ahora Madrid por Vallecas. Un periodista hizo este montaje con necesario marcador electrónico (el escudo de España modificado es obra suya):

“Vengo aquí, primero reivindicándome como mujer, como bollera, como comunista y como feminista”. Vaya, cuántas cosas. Tú vales mucho, tía. ¿Eh? No se sabe si presenta una candidatura o es un acto de autobombo bollero. Reivindicarse como mujer es como reivindicarse por ser rubio. Sacamos méritos muy raros. “Eso para empezar”, amenaza. Y hay aplausos. ¿Qué aplauden? ¿Que sea mujer? Mi enhorabuena. Por supuesto, es muy importante iniciar un discurso político dejando claro con quién te sueles acostar. Eso indica claramente que quieres que no haya distinción alguna por tu condición sexual. Sí.

Entre sorbida de mocos y sorbida de mocos nos cuenta que apuesta “por esta candidatura porque como mujer, como lesbiana, no me sirven unas simples reformas”. Está bien recordar cada treinta segundos que eres mujer, por si alguien se había olvidado. Es la misma estrategia que siguió el joven del principio, que opinaba de todo “como hombre”, algo, desde luego, inevitable en el corto plazo.

Alba prosigue: “Lo que queremos es que, de una puñetera vez, así, con las palabras que tenga que emplear (no está claro qué dice), de una puñetera vez tengamos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, con la edad que tengamos, nos da igual, y sobre todo lo que queramos hacer con nuestro cuerpo”.

Uuuuuuh, ha usado “puñetera”. Qué agresiva y provocadora. Me sorprende (y me entristece) que no lidere ningún partido. “Desde esta candidatura hemos decidido que vamos a dejar de ser sujetos pasivos, porque es como nos quiere este sistema machista. Vamos a tomar de una vez lo que es la política”, añade. Suficiente.

Recuerdo que cuando aparecieron los tuits de Zapata contra los judíos o contra Irene Villa, corrió el rumor (no sé si confirmado) de que si el concejal dimitía, su sustituta sería esta mujer-bollera-comunista-feminista. Al enterarse, hubo gente que empezó a quitar importancia a los tuits de Zapata. No es para tanto, lo dijo hace mucho, total, qué más da.

Nos hemos alejado mucho del tema inicial, fuera cual fuera. Pero es igual. El camino es tortuoso, lo admito. Miren, el capitalismo no solamente va a por todos nosotros. Tampoco deja en paz a los animales. PACMA se manifiesta por las calles de Madrid y una señora explica su opinión sobre la muerte del torero Víctor Barrio (sí, parece que se puede tener más de una opinión).

El toro no tiene la culpa, nos aclaran. Vale. Pero esta buena señora va más allá: aquel día (precisamente) hubo más desgracias, se murió un perro súper importante, “un icono de nuestra protectora y a mí nadie me dio el pésame”. Su tono se ha vuelto duro, de reproche total, contra todo y contra todos.

Pero no se derrumba. Los españoles se han portado de vergüenza. Nadie se acordó, nueva muestra de la sociedad inhumana que estamos construyendo entre todos, gato. ¿Por qué nadie dio el pésame a esta señora? “En cambio a esa viuda, le dieron el pésame muchos españoles”, subraya. Algunos le dieron el pésame y otros mostraron su miserable profunda alegría, también hay que decirlo. No merece más comentario.

Como ven, no solamente Podemos tiene problemas cuando la gente se pone a hablar. Este mal también afecta a otras formaciones. Los nervios y el afán de mejorar el mundo en el que vivimos a base de lemas y reuniones pueden llevar a errores. Y es que todos debemos pensar más y escuchar mucho más. Miren, la presión es tan grande que a veces el pueblo podemita no se aclara ni de cuándo debe aplaudir:

Creo que en ese momento Pablo estuvo a punto de dejar caer el micrófono, de decir “mira, os lo hacéis vosotros”, y desaparecer de la política para siempre. Pero, en su infinita y santa paciencia, él opta por una mirada larga al horizonte con desfruncido de ceño para disimular el bochorno. Ligero gesto de “claro, aplaudidme, majos”. En fin, en estos mítines y actos políticos es complicado mantener la atención. De hecho, para eso están los aplausos, para que nadie se duerma, algo especialmente importante en los actos en las calles en los que todo el mundo está de pie.

Lo que al ciudadano mejor le funciona en política, en mi humilde opinión, es quedarse en casa. Pero si uno quiere ser animal político, lo recomendable es simplificar los ritos: frase facilona, corro de la patata y todos bien agarrados de la mano para que nadie se salga de su puesto o se caiga y acabe haciendo la croqueta:

No se ve bien (esta gente usa cámaras de pobreza extrema), pero en un lado del corro hay un perro que lo está flipando, dando por hecho que ha llegado su hora y que va a ser sacrificado.

Tres palabras, oigan: sí, se puede. ¿”Sí se puede” qué? Ahí cabe todo. Sí, se puede soñar con un mañana mejor. Sí, se puede tener menos personalidad que el musgo. Sí, se puede, por fin me han admitido en el psiquiátrico. Es un contenedor universal que se adapta a los treinta y cinco proyectos económicos que lleva Podemos, a la socialdemocracia nórdica, al bolivarianismo y al sueño abstracto que queramos defender en cada momento.

Y evita el problema de género que traía el lema original norteamericano del “yes, we can”, que obligaría a decir “sí, podemos y podemas”. El que inventó la oración (en el sentido religioso) es un genio al que la humanidad está debiendo mayor reconocimiento que al perro de la señora de PACMA.

Me dicen que termine ya. La política es algo muy complicado, de ahí que la representatividad sea importante. No todos sabemos hablar en público sin parecer machistas, sin decir que el capitalismo nos va a llevar a todos por delante o sin comparar la vida de un perro importante con la de un hombre. Por eso debemos tener personas que lo hagan por nosotros.

Esta semana decía Carmena que “el mundo de la democracia representativa se está acabando”. Quiero creer que se equivoca. Entre otras cosas, porque algunos no queremos nada, no aspiramos a hacer política o a decidir el color de las aceras de nuestro barrio. Realmente, algunos aspiramos a que nos molesten lo menos posible. En definitiva, mi consejo es que no se metan en política, es algo desagradable. Y cuando vean un micrófono, salgan corriendo.

 


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