“Cuando el Estado atravesaba una mala racha, solía suceder que los adivinos etruscos
eran convocados en Roma y las ceremonias volvían a celebrarse,
siendo desde entonces estrictamente observadas”
(El emperador Claudio se dirige al Senado en el año 47 d.C para apoyar la creación de un colegio de arúspices).
Los romanos establecieron una “burocracia” de la adivinación. De esta manera los augurios se basaban en la idea de que el panteón de los dioses familiares controlaba los aspectos físicos del mundo natural y podía también, valerse de este para establecer comunicación con los muertos. Las señales se podían dar de manera natural pero también inducida (como soltar gallinas y ver sus pautas alimenticias). Había que contemplar estas señales/presagios para comprobar si estaban en consonancia con la voluntad de los dioses.
Los romanos, igual que los griegos, recurrían a sueños, oráculos y videntes inspirados para conocer el futuro, pero…
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