#StopIslam
En un continente inundado de refugiados, la población ha llegado al hartazgo de sus líderes.
«Tengo miedo. Quiero que se vuelvan a sus países. Ya no salgo de casa porque tengo miedo siempre a que cualquiera de ellos nos haga daño». Quien así habla es una señora que fue vecina de Mohammed Daleel, el joven sirio que se voló por los aires a la puerta de un café en la pequeña localidad bávara de Ansbach. Le ayudó mucho cuando llegó. Le acompañó al médico, a hacer trámites. Ella siempre había ayudado a refugiados e inmigrantes. Siempre creyó que los alemanes se lo deben a los demás. Compartía la célebre frase de la canciller Merkel: «Lo vamos a conseguir». Porque Alemania es rica y generosa, podrá integrar a todos los que llegaban a sus fronteras pidiendo socorro. En ella, como en tantos, parece latir el deseo de compensar con un…
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