Dicen que la historia se repite. Marx decía que primero como tragedia y después como farsa. Pero lo que ocurrió ayer en Múnich no tuvo nada de farsa y sí mucho o todo de tragedia. A un servidor de ustedes lo que ocurrió ayer no sólo recuerda a —y coincide con el aniversario de— los asesinatos del loco de Utøya, el tristemente famoso Anders Breivik, sino también del secuestro y asesinato de once atletas israelíes durante las Olimpiadas de 1972, perpetrado por un grupo terrorista (Septiembre negro) vinculado a la OLP… con ayuda logística de grupos neonazis. Y el hecho de que prácticamente no había seguridad en la ciudad olímpica que hubiera detenido a esos criminales.
La novedad es que, a diferencia de esas dos desgracias, hoy hemos podido seguir en directo la tragedia. Quienes disponen de un Smartphone y cuenta en la red social Twitter
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