Estas son las leyendas de Occidente. Incluyen lobos feroces y bosques espesos entre la bruma. Montañas nevadas y halcones. Espadas en forma de cruz, la cruz de la religión cristiana. Incluyen doncellas de tez blanca y guerreros fornidos en formidables caballos. Castillos y obispos y curas. Y vino. Y pícaros con dos cojones. Y caballeros que defendieron las tierras, la religión, las doncellas, los pícaros y una libertad mínimamente digna de llamarse así.
Ahora nos dicen que los caballeros fueron asesinos, que los curas son pedófilos y todas las doncellas de tez clara, putas. Que los lobos son perritos dóciles malentendidos, que los castillos, son antiguos símbolos de barbarie y guerra perpetua. Que los halcones los trajeron y entrenaron los moros…
Nos piden que nos rindamos. Nuestra cultura, tan antigua y valiosa como cualquier otra, es en realidad una farsa. Somos, fuimos, crueles, barbáricos, incultos y adorábamos a un dios…
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