¿Para quién trabajas?

¿Te lo has preguntado alguna vez? La respuesta no es tan obvia.

Siempre se han dicho y es verdad que el trabajo dignifica a la persona. A través del trabajo la persona crece en todos sus aspectos: físico, intelectual y espiritual. Por eso, una sociedad que se respeta a sí misma y a sus miembros siempre ha dignificado el trabajo, ha promovido la cultura del esfuerzo y del mérito. Porque a través del trabajo bien hecho, del esfuerzo, no sólo crecen las personas sino las sociedades. Crecen y prosperan.

El trabajo, como toda cosa valiosa, supone esfuerzo, mucho esfuerzo y ese esfuerzo se justifica por la obtención un provecho. Ese provecho, decíamos, es la mejora personal y social. Pero para eso que se cumpla una premisa: es necesario que aquél que trabaja pueda disponer del fruto de su trabajo. Con ese fruto obtenido mejorará su condición personal, la de su…