Vivimos corriendo, estresados. Eso nos hace actuar de forma rápida para todo. Para caminar, para pensar, para actuar, para leer… Sí, leemos rápido. Los que lo hacemos, claro. y en ese momento de leer rápido, lo poco que nos puede ocurrir es que nos equivoquemos en lo que leemos, añadiendo información que no existe o filtrando otra que sí está. El problema es que, aun después de habernos equivocado, nos cuesta mucho asumir y reconocer que lo hemos hecho. Porque parece que en esta vida, el que se equivoca es tonto para siempre. Y muchos no están dispuestos a permitir eso.
Si hay algo que caracteriza a las personas es que resulta prácticamente imposible que se equivoquen. Siempre que algo salga mal será por culpa de otro, por difícil que parezca. Cuando se le pide a alguien un documento que no trae (por indicar algo común, el libro de familia…
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