Por: Jaime de la Casa
El sindicalismo estatal vuelve a salir a las calles. Esta vez con un claro tono político; piden que la gente vote en masa para que haya un gobierno del cambio. Sorprende que estos autodenominados representantes de los trabajadores, digan ahora a quien hay que votar y a quien no para que la economía y los salarios se encaminen al alza, como si fueran expertos en la materia. Pero esto no es lo más llamativo, el líder sindical de UGT, Pepe Álvarez, afirmaba en la manifestación del pasado 1 de Mayo esta barbaridad: ‘El compromiso de los sindicatos es repartir la riqueza’, así sin pestañear. Quizás estaba yo confundido. Hasta donde tenía entendido, estos señores se dedicaban a representar a los trabajadores por imposición del Estado. Pero resulta que, además, otra labor que tienen es repartir la riqueza….
¿Pero esto qué es? ¿Los sindicatos, (financiados por coacción del Estado), tienen ahora plena legitimidad para decir a quien votar y dar consejos como el que no quiere la cosa sobre economía? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué será lo próximo? ¿Que esos hombres de bigote nos digan como tenemos que manejar nuestro dinero?… Esa es otra, parece que en el manifiesto de CCOO y UGT hay algún artículo que dice que todo líder sindical tiene que tener bigote. Bromas aparte, es muy preocupante que gran parte de la población española, apruebe la existencia de estos monopolios sindicales hechos para subvencionar a burócratas que viven de ilegitimidad impuesta por el Estado. Esas miles de personas que han salido a las calles a pedir más derechos, están adormecidos con el somnífero estatal, y creen, que la solución a los problemas laborales pasa por mayor intervención en la economía. Y no aprenden.
Para recuperar esos salarios dignos, poner fin a la precariedad laboral o al paro estructural de este país, la respuesta no pasa por un decreto-ley de un gobierno de turno, sino liberalizando de una vez por todas el mercado laboral, de igual modo que la economía. El sector sindical, (lo llamo sector porque debería ser de libre competencia y contratación), tiene que liberalizarse. El sindicalismo no puede ser impuesto por el Estado, tiene que ser de libre vinculación como un contrato más. Además, al no haber libre competencia y ser un monopolio estatal, este servicio no es atendido según las necesidades particulares de cada individuo. El sindicalismo del Estado, es una agencia de colocación de burócratas en el que, mediante la coerción, hacen creer de manera falsa y dañina, a los trabadores españoles que son representados y defendidos, para que los delegados y amiguetes sindicales puedan seguir viviendo el sueño diplomático, el de no hacer nada y cobrar de los que sí hacen.
Discúlpame mi pesimismo de este último párrafo querido lector, pero en un país en el que el 100% de las manifestaciones son para pedir más Estado y menos libertad, en el que la mayoría de las personas confunden derechos conquistados con libertades corrompidas, se hace palmariamente difícil pasar de la crítica objetiva liberal a la acción pedagógica.
Acerca del autor: Jaime de la Casa
Estudiante de Finanzas y Contabilidad en la Universidad de Sevilla. Miembro de Students for Liberty y en colaboración con Ágora Libertaria. Blog personal: Opinión Libre
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