Hace al menos 30 años se quejaba Savater en El País de una expresión bastante en boga por entonces: «Tenemos un Rey que no nos merecemos». Tomaba esto como una confesión de la baja autoestima que padecían los españoles: por lo visto lo que daba nuestra medida era el Gobierno, lo que elegíamos nosotros. El Rey, puesto por mano ajena, estaba muy por encima de nuestros merecimientos.
Me vino esto a la cabeza al tener conocimiento ayer de que Don Felipe afrontará una tercera ronda de conversaciones para ver si tiene posibilidad de designar un candidato a la investidura entre esta tropa.
El intento del Rey es meritorio y revela que está muy por encima de la peña a la que va a convocar los días 25 y 26. Alguien tenía que hacer algo. Sólo falta que el candidato de la primera fuerza en las preferencias de los españoles el…
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