El nacionalismo se parece cada vez más a una secta.
Si hay algo extraño al carácter hispano es el nacionalismo. España se hizo con la superposición de íberos, romanos y visigodos, de cartagineses y africanos. Y se rehizo con la unión de marcas, condados y reinos. Después, diversa en lo pequeño y unida en el gran ideal, se lanzó a completar el mundo, fundando pueblos, concejos, universidades, hospitales, escuelas e iglesias en continentes enteros. Los españoles llegamos a lo universal desde lo cercano, y así nos gusta entender el mundo.
Por eso el catedrático Francisco Canals avisaba de que el nacionalismo “es extrínseco a la verdadera catalanidad”. El nacionalismo catalán no nació en Cataluña, es una importación ideológica de la revolución francesa y el romanticismo, contra cuyas ideas Cataluña libró 7 guerras en apenas 80 años. Ningún otro pueblo de Europa hizo nada igual.
Pues ahora viene el frankenstein de
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