Espero de corazón que Pocasplumas, nuestra última paloma mensajera, sí consiga, por la gracia de Dios, haceros llegar la presente misiva, a diferencia de sus veintinueve predecesoras, que, por un motivo u otro, fracasaron en tal cometido, o, al menos, eso hemos de concluir, pues… ¿qué otra explicación podríamos dar a la falta de respuesta por vuestra parte?
En el futuro, hemos de extremar nuestra diligencia en el adiestramiento de estas aves, cuya aportación a nuestra misión sólo puede calificarse como “una gran cagada”, y no sólo en sentido metafórico, pues es tal su afán por defecar a todas horas que parecen desafiar las leyes de la naturaleza, llegando a evacuar siete u ocho veces su peso a lo largo de cada jornada.
Más allá de esta asombrosa capacidad para la provisión, y de su apetito voraz, los dichosos pajarracos han resultado del todo inútiles. Que…
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