Es quizá demasiado tarde para revertir el gran engaño al que hemos sido sometidos en España, pero no por eso vamos a dejar de señalar la mentira. El título de este artículo hace honor a un libro al que nos referiremos más adelante; los paralelismos con la situación actual ponen de manifiesto que poco ha cambiado.
Desde que surgió, el partido político Podemos ha hecho uso de todos los recursos tradicionales de una oposición comunista subversiva. Sus métodos no son nuevos, pero una sociedad cada vez más adoctrinada, infantil, confiada e ignorante es muy vulnerable a ellos. El comunismo es más que una doctrina, es una falsa religión materialista y utiliza el engaño para explotar a sus víctimas manipulando sus sentimientos. No hay límites en el engaño ni moral alguna detrás de el comunismo y el resultado final es siempre el mismo: esclavitud, violencia y miseria, como ha denunciado el expresidente Felipe González.
El ataque del comunismo va dirigido a todo el mundo, siempre tienen algo que venderle a cada persona. Ya sea aprovechando debilidades, calamidades, esperanzas, aspiraciones, prejuicios, miedos o ideales, la función del comunista es agitar a las masas para crear confrontación y tensión. Agitar y dividir: esa es la manera de ablandar una democracia. Esta agitación se lleva a cabo de manera especializada, manipulando a determinados colectivos como pueden ser los jóvenes, las mujeres, pensionistas, inmigrantes, trabajadores de una multinacional, agricultores, sindicatos… Hay por supuesto una doble cara; siempre hay una consigna pública cuyo objetivo es manipular a las masas y otra que suele ser bien diferente, que es la línea interna del partido, cuyo objetivo es ayudar al avance del comunismo. Los aparentes cambios de opinión -muchas veces radicales y desconcertantes- a lo largo del tiempo son simplemente cambios de táctica, puesto que su objetivo final sigue siendo el mismo: el pleno comunismo.
Siempre disfrazan sus consignas y propuestas con cosas que todo el mundo puede desear y apoyar, como mejores salarios, más educación o mejor vivienda, que son intereses muy legítimos. Pero apoyar estas metas u otras no tiene nada que ver con ser comunista. Los comunistas simplemente manipulan y aprovechan esos intereses para sus propios fines. No son más que el cebo. Cuando hablan de restaurar la libertad de expresión en realidad se trata de controlar todos los medios de comunicación. Devolver el poder a los ciudadanos en realidad se trata de dárselo a un nuevo régimen comunista. Distorsionan la realidad para lograr su meta, como si no tuviésemos ya libertad de expresión o democracia. Por ejemplo, la nueva ley de seguridad ciudadana les hace más difícil la agitación en las calles, por lo que la han tildado de ley mordaza aunque no tenga nada que ver. ¿Quién no va a sentirse indignado por que lo “amordacen” sin motivo? así recaban el apoyo popular. La imagen de propaganda a la derecha del texto pone de manifiesto su miseria moral. En el caso del violento “Alfon”, por ejemplo, intentaron sin éxito recabar apoyo para un delincuente que había llevado un artefacto explosivo a una manifestación, intentando hacer creer que se trataba de una injusticia –en palabras de Pablo Iglesias. Campañas como esa están hechas para dramatizar a los comunistas como campeones de las masas: progresistas, iluminados, humanitarios o defensores de la libertad ante la inacción de la gente. Siembran discordia y canalizan el descontento social para manipular a grandes masas de gente, con el objetivo de que acaben abrazando el marxismo y la lucha de clases.
Cuando detrás de todos los partidos comunistas estaba, invariablemente, la Unión Soviética, muchas de esas consignas estaban destinadas no sólo a subvertir si no además a favorecer a la U.R.S.S. de manera directa, como ocurría con la oposición a las armas nucleares, la apertura al comercio con el bloque del este, el levantamiento de sanciones a países comunistas, etc. ¿Todo en favor de la paz? No, todo a favor del régimen comunista soviético que tenía un férreo control de todos los partidos comunistas a nivel mundial. Hoy en día no existe ya ese vínculo, pero la ideología -la religión comunista- pervive.
Con frecuencia es mucho más efectivo para los comunistas ejercer su acción de agitación a través de organizaciones no reconocidas como procomunistas, ya sean organizaciones en las que se han infiltrado u organizaciones de nuevo cuño creadas por ellos. Cuando apoyan, por ejemplo, reivindicaciones de “asociaciones” o de “colectivos sociales”, frecuentemente ellos mismos controlan esas organizaciones. Crean una reivindicación que dicen que es de toda la ciudadanía y se erigen en adalides de la justicia o la libertad apoyándola. Estas organizaciones suelen atraer a individuos politizados que, sin ser miembros del partido, suelen seguir sus consignas -los llamados “compañeros de viaje”. El origen de esta forma de subversión se remonta muy atrás, al panfleto político “¿Qué hacer?” publicado por Lenin en 1902. Como el partido era ilegal en Rusia necesitaba llegar a las masas a través de un gran número de organizaciones que aceptasen un amplio espectro de miembros. En España en la actualidad se pueden ver ejemplos como “Jueces para la democracia”, a la que pertenece Manuela Carmena y que en realidad es una amenaza a la separación de poderes y por tanto la democracia; el sindicato de técnicos de Hacienda Gestha, que apoya a Podemos siempre que puede; la presuntamente corrupta asociación de consumidores Facua, la plataforma PAH, etc.
Desgraciadamente, hoy en día se ha llegado mucho más allá. Desde mediados del siglo pasado y tras décadas de infiltración en universidades y medios de comunicación, la aceptación del comunismo, marxismo e ideas similares es mucho mayor. Lo que antes era más difícil de digerir para simpatizantes o engañados, que se revolvían al conocer que habían sido manipulados, hoy se puede hacer mucho más abiertamente, con una impunidad mucho mayor y ganándose la simpatía de muchos. Una acción clave para ganarse esa simpatía de las masas es utilizar a las minorías. Desde sus orígenes, el comunismo se ha autodenominado la “vanguardia de la clase obrera” y como tal ha buscado asumir el papel de protector y campeón de las minorías. Aunque muchas lo rechazaron por lo que es, un modo de vida descorazonador y totalitario que desprecia por completo la dignidad humana, ellos siempre están a la busca de nuevas víctimas. La aparente defensa de los derechos de los negros que hacía en Estados Unidos a principios del siglo pasado, por ejemplo, era sólo por el interés, muchos de ellos lo notaron bien pronto y su éxito en convencerlos fue muy limitado -se pueden leer numerosos ejemplos en el libro que citamos más adelante. Otros colectivos también objetivo de los comunistas han sido tradicionalmente las mujeres o los separatismos. La defensa hecha -a veces de manera velada, a veces abiertamente- del llamado “derecho de autodeterminación de los pueblos” por Podemos y que los ha llevado a aliarse con independentistas no tiene nada que ver con que quieran la independencia de nadie -en realidad no la quieren- si no que es una tradición comunista desde hace un siglo para manipular masas en países donde aún no han conseguido establecerse. Es más, incluso durante las décadas de dominio soviético en Europa del este, seguían manteniendo que eran una federación de repúblicas unidas voluntariamente y libres de iniciar una secesión cuando quisieran, cuando en realidad estaban sometidas por la fuerza. Otro frente donde los comunistas han estado particularmente activos tradicionalmente son grupos de minorías étnicas, nacionales o culturales, puesto que les proporcionan una base de acción además de fuentes de financiación externas. Bazares, danzas, picnics, eventos multiculturales, todo patrocinio vale para ganarse a nuevos adeptos a la causa. Volviendo a España hoy, no hay más que ver la Navidad multicultural de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o los esfuerzos por expropiar y ceder la Giralda y la mezquita-catedral al Islam.
Pero no acaban aquí los paralelismos de la España actual con Podemos y el mundo occidental del siglo pasado con el comunismo tradicional. Es bien conocido el odio comunista a los judíos y en España hemos visto como cargos públicos de Podemos han manifestado públicamente ese odio, como por ejemplo el concejal Guillermo Zapata con sus tuits que le valieron la reprobación de todos los partidos menos Podemos, que lo ha mantenido en su cargo. Esto no es nada nuevo, ya el propio Marx describía al judaísmo como “antisocial” y expresión del “egoísmo” judío. Marx, más que ningún otro líder comunista, pone de manifiesto la animadversión hacia los judíos. No podía ser leal a ambos así que, no contento con rechazar la tradición judía, buscó destruirla con todo su empeño con sus diatribas como cuando decía “el dinero es el celoso Dios de Israel al lado del cual no hay sitio para ningún otro”. Los emocionales exabruptos desmedidos de Hitler contra el judaísmo tienen también reminiscencias de ese odio anterior de los comunistas. Si bien el comunismo es particularmente hostil a los judíos, no es tolerante tampoco con cualquier religión con mayoría suficiente para poder hacer frente a sus ansias de control de la sociedad. Son sobradamente conocidos los abusos para erradicar la Iglesia ortodoxa en Rusia -o la Iglesia católica en España durante la Guerra Civil. Se lanzaron campañas de terror contra rabinos y sacerdotes apresados con el pretexto de haber cometido “crímenes contra el pueblo” o llevado a cabo actividades contrarrevolucionarias. La destrucción y quema de iglesias justificada como actos espontáneos de exaltados paisanos y trabajadores del pueblo para ocultar los verdaderos instigadores y perpetradores, los oficiales comunistas. No es de una naturaleza distinta la reciente agresión a Rajoy por parte de un joven de extrema izquierda.
Esta violencia contra los opositores o los disidentes es necesaria para instaurar o, al menos, para mantener el comunismo, pues de ninguna otra manera va a una población a tolerar el totalitarismo engendrador de miseria que es el comunismo una vez lo han conocido. Así, los líderes de Podemos -Pablo Iglesias e Íñigo Errejón- han expresado reiteradamente y sin pudor su inclinación por el uso de la violencia, antes de estar sometidos al escrutinio constante de los ciudadanos, como se puede ver en sus tuits que reproducimos a continuación. Tampoco han tenido pudor a la hora de expresar su orgullo por un candidato en sus listas condenado por agresión a un miembro del PSOE. Y ya hace tiempo que demostraron con hechos su disposición al uso de la violencia para acallar a quien se oponga a ellos, como en el “escrache” a Rosa Díez, en el que participaron Iglesias y Errejón o el asalto a la capilla de la Universidad Complutense que protagonizó la ahora concejal del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre.
La violencia ha demostrado ser parte integral y necesaria del proyecto comunista totalitario de Podemos también en Venezuela, donde asesoraron al régimen chavista y con toda seguridad aprendieron de él. Tras años de comunismo chavista causando estragos en ese país, donde hoy es difícil encontrar medicinas y muchos productos básicos, el hampa amparada por el régimen está en las calles, la clase media ha sido destruida y se encarcela a los opositores; sólo la violencia puede mantener a los comunistas en el poder, como ha puesto de manifiesto el intento de golpe de Estado que está llevando a cabo Nicolás Maduro.
Nos entristece de sobremanera que se haya llegado a este extremo en la propagación del comunismo. Todos somos responsables, hasta el que no hizo nada, el que calló, el que les baila el agua por miedo o ignorancia, o el que se va de compadreo con los violentos. Es nuestra responsabilidad quitarle la careta al monstruo comunista y que el uso de la razón, el pensamiento crítico y el sentido del deber lo condenen a la irrelevancia que merece.
Masters of deceit: The Story Of Communism In America And How To Fight It fue escrito por John Edgar Hoover, primer director del FBI, en 1958. En él, examina el movimiento comunista en Estados Unidos y los principios del Marxismo-Leninismo. Ofrece además una visión completa de la historia del comunismo en Estados Unidos; las tácticas del espionaje comunista; la vida de los miembros del partido; el atractivo o la repulsa del comunismo por el americano medio; y en última instancia, cómo luchar contra el comunismo.
FUENTE: Pravda.es
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