¡Claro desprecio infantil a la guerra!

Dos formas de disparar y dos intencionalidades diferentes.

Por Jesús Salamanca Alonso / El niño nos da una lección. Mientras el soldado intenta parapetarse contra las escaleras y el muro, arma en ristre, la ternura del niño destaca en la foto por su actitud natural ante una necesidad fisiológica general.

El orín cayendo en el casco del soldado es un claro y manifiesto ejemplo de cómo se puede despreciar la guerra con un simple acto, sencillo, natural y necesario siempre.

Mientras el soldado se dispone a disparar al enemigo, el niño ‘dispara’ de otra forma. La imagen lo mismo puede servir para decir “NO a la guerra” como para gritar “¡NO al terrorismo islamista, etarra o de cualquier tipo y origen!”. La guerra siempre es guerra, proceda de donde proceda y, si bien es una reacción artificial de los Estados –que no de los pueblos– más artificial y dañina es…