Escrito por
Las discusiones actuales sobre el rescate de los países, la socialización de la deuda, la política intervencionista de los bancos centrales y las guerras de divisas suelen terminar, en última instancia, en una acalorada batalla de memes entre los partidarios del capitalismo y los del socialismo. Créanme si les digo que he dedicado mucho tiempo a leer y pensar sobre la posibilidad de una tercera vía. Y no la encuentro. Además, no es demasiado complejo exponer las razones por las que el socialismo no solo es pobreza, es inviable también.
Los socialistas de todos los partidos afirman, fieles a la teoría de Marx de la plusvalía y la explotación, que el sistema actual es un cártel capitalista, en el que la mano de obra recibe poca recompensa por su trabajo y se produce un trasvase de riqueza de los pobres a los ricos. Ludwig von Mises, siguiendo las ideas de Böhm-Bawerk sobre la subjetividad del valor de los bienes, se dio cuenta de que la capacidad creativa del hombre es el origen de su voluntad, sus valoraciones sobre las cosas y su conocimiento. Cualquier sistema que se base en la coerción violenta contra el hombre actuante, socava su capacidad creativa. Tanto el socialismo, como el sistema de pseudo-mercado corporativista intervencionista actual, se basan en la coerción.
Los intervencionistas sostienen ser capaces de dirigir el mercado a través de la coerción y/o la intervención. Pretenden, mediante el uso de tipos de interés y medidas de política monetaria corregir el endeudamiento desmesurado de las economías mundiales al tiempo que incentivar artificalmente el mercado. Este cálculo económico socialista cojea. Mises se dio cuenta de que semejante presunción necesita de lo que él llama”información de primera mano”; Sin embargo, esta información de primera mano no puede aparecer en un sistema socialista, ya que se basa en la coacción y, en consecuencia, el intercambio voluntario se ve total o parcialmente impedido. Para comprender esto necesitamos entender la distinción entre el mundo subjetivo de cada uno de los individuos, el “mundo ordinal”, y el mundo exterior de las valoraciones, el “mundo cardinal”. El mundo cardinal se evidencia a través de los precios de mercado en unidades monetarias. El puente indisensable entre esos dos mundos es el acto voluntario de intercambio interpersonal. Si evitamos con planificación -y la necesarias violencia y coerción para implantar el plan- la acción libre del hombre, no se produce el intercambio voluntario. Por lo tanto destruímos la conexión entre el mundo ordinal y el cardinal, suprimiéndose así la subjetividad de los precios, la disposición individual a pagar y, por lo tanto, la “información de primera mano”. El cálculo económico socialista se hace imposible.
Para Mises, la idea socialista implica un “error intelectual”. Es obvio que es imposible en la práctica organizar una sociedad por la fuerza, ya que es imposible que el órgano de control tenga toda la “información de primera mano” necesaria. Las soluciones de los socialismos reales siempre han sido la opresión y la hipervigilancia ideológica de sus “planificados”. A pesar de que el organismo planificador es consciente de que no puede conocer los efectos reales de lo planificado, realiza una apreciación económica o matemática del mismo. La mala gestión de todos los intentos históricos de llevar con éxito a la práctica una economía planificada en tales términos queda manifestada en la historia de fracasos de todos esos países.
Los razonamientos de Mises se basan en la lógica de la acción humana, lo que está sucediendo en los procesos reales sociales, interpersonales, dinámicos y espontáneos y, por lo tanto, fundamentalmente diferente de las pretensiones socialistas de una lógica, o teoría de la acción mecánica, construida sobre un algo “que todo lo sabe”. Los procesos sociales tales como el mercado no se pueden planificar, tal y como dejó claro Friedrich August von Hayek más tarde al definir su “orden espontáneo”.
El socialismo es impracticable. Lo es porque cualquier ideología que pretenda planificar los procesos sociales o influenciar éstos mediante medidas políticas traducidas en coerción, anula cualquier posbilidad de crecimento y progreso: elimina la creatividad motriz. Todo sistema socialista va contra la naturaleza humana y es extremadamente antisocial. Cualquiera que esté familiarizado con la historia de los países que intentaron poner en práctica sistemas de planificación del trabajo y los mercados a través de la coacción y la violencia, estará de acuerdo con ello.
Archivado en: ARTÍCULOS, POLÍTICA Tagged: COERCIÓN, ESTATISMO, POLÍTICA, SOCIALISMO, SOCIALISMO ES POBREZA, TOTALITARISMO