Originalmente publicado en PODEMOS ARRUINARTE LA VIDA:
No descubriré nada nuevo si digo que Felipe González nunca ha sido santo de mi devoción. Un señor que en su día se fue a despedir a la cárcel a Vera y Barrionuevo o que desayunaba con las noticias de cómo su partido se lo llevaba crudo día tras día, mientras él se dedicaba a la relajante tarea de podar bonsais.
Pero chico, la prensa, siempre la prensa, anda estos días revolucionada porque González se ha convertido en el adalid de los derechos humanos en Venezuela.
No es que quiera afearle el gesto al ex-inquilino de La Moncloa, pero lo cierto es que no parecía muy preocupado por los derechos humanos ni por ninguna cuestión fundamental o circunstancial mientras se construía su choza en Tánger.
Pero se conoce que, ahora que la ha vendido nada menos que a la familia real saudí (sí, otros incuestionables valedores de los derechos…
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