Originalmente publicado en DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA:
Navegando de Lúxor a Edfu, el Helios se detuvo en las esclusas de Esna. Solo podían pasar dos barcos a la vez; mas tuvimos suerte: esperamos un par de horas.
El desayuno fue más relajado y con una larga sobremesa que continuó en cubierta, junto a la piscina. Escuchábamos los gritos de los trabajadores del canal mientras conversábamos.
Esa mañana nos habían sentado con dos hombres, padre e hijo. El mayor se acercaba a los setenta años, el joven no tendría treinta pero era ya uno de esos millonarios de la informática. El sueño del padre, deshollinador de chimeneas, era visitar la tierra de los faraones, su hijo se lo cumplió. Lo curioso era que la afición del señor por Egipto arrancaba, como la mía, de las vistas del View Master.
Amín, el atento camarero de cubierta, vino a servirnos. La cruz que tenía tatuada en la mano, igual…
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