Por Paysan Savoyard |
Después del atentado contra Charlie Hebdo, la clase política y el conjunto de los fuerzas vivas (sindicatos, medios, iglesias…) hacen una llamada por la unidad nacional, para defender los valores de la República, sobre todo la laicidad y la libertad de prensa.
Nosotros no nos sumamos a esta llamada a la unidad, ya que no tiene sentido.
La misma clase política al completo, las mismas fuerzas vivas, condenan el islamismo radical y “todos los integrismos”, llamando a no meter en el mismo saco los musulmanes moderados, los cuales tienen su lugar en la comunidad nacional, siempre que respeten los valores repúblicanos.
En esto tampoco estamos de acuerdo.
No apoyamos ninguna unión nacional con esta clase política que ha organizado la invasión.
Lo que vivimos desde hace 40 años es la invasión de Francia y de Europa Occidental por inmigrantes llegados principalmente de África y de Oriente Próximo. Estos inmigrantes son hoy por lo menos 15 millones en Francia. Son mayoría en numerosos barrios, en algunas ciudades y departamentos. Si esta inmigración no es frenada urgentemente y si una parte de esos inmigrantes no son expulsados, nuestro pueblo será marginalizado en su propio país mucho antes del fin de este siglo. Nuestra civilización entonces desaparecerá.
Entre las consecuencias de la inmigración está el terrorismo. Las acciones terroristas cometidas en Europa y en Occidente son la mayoría de las veces la obra de personas provenientes de la inmigración.
Hoy Charlie Hebdo, ayer Jouès-les-Tours y Dijon (diciembre 2014), Sidney (diciembre 2014), Ottawa (octubre), Bruselas (mayo). En 2012 Merah (Toulouse), en 2011 el 11S. En 1995 los atentados de Paris… Esos atentados son el fruto de la inmigración. No hay inmigración: no hay atentados.
Conviene no olvidar los muy numerosos delincuentes que cada año hacen muchas más víctimas que los terroristas (3,5 millones de delitos y crímenes en Francia cada año). Estos delincuentes que roban, agreden, insultan, intimidan, torturan, matan, violan, son muy a menudo originarios de la inmigación. Y las víctimas son la mayoría de las veces franceses u europeos autóctonos. La delincuencia es otra consecuencia grave de la inmigración.
Resulta que la invasión en curso, con sus consecuencias, atentados, delincuencia, degradación de las condiciones de vida de los franceses, no constituye un fenómeno espontáneo: desde hace 40 años, ya sea por interés o por ideología, es admitida, deseada y organizada por la clase dominante.
Por lo tanto, ¿cómo puede haber unión nacional con esta clase dirigente que organiza la invasión, con esos funcionarios que aplican con celo la política inmigracionista, con esos militantes de asociaciones que la apoyan con entusiasmo, y con los que votan conscientemente por los partidos inmigracionistas? ¿Cómo hablar de unión con esta gente que nos traiciona?
No puede haber unión nacional con esos inmigrantes que nos están invadiendo.
Esos inmigrantes que se instalan o nacen en Francia a razón de al menos 400.000 por año están en una lógica de conquista. Buscan reemplazarnos. Buscan también reemplazar nuestra cultura por las suyas, principalmente la musulmana.
La distinción entre musulmanes moderados e integristas no tiene sentido. Es cierto que no todos los musulmanes están de acuerdo sobre la estrategia a seguir. Unos están determinados a acelerar su toma del poder y utilizan para ello métodos violentos. Sitúan su acción en el combate planetario que lleva a cabo el islam contra Occidente. Otros, para llegar a los mismos fines, utilizan la presión, la negociación, el comunitarismo.
También emplean la astucia: es así que eligen condenar los atentados para hacer creer que no tienen nada que ver con los integristas. Llegan hasta a declararse partidarios de un islam republicano (¡?)
Todo esto no es más que un subterfugio. La noción de laicidad no existe en el islam. Los valores republicanos (o de las Luces) no tienen nada que ver con el Corán. Los “moderados” tienen la misma religión, la misma cultura, el mismo origen étnico que los integristas. Van a la misma mezquita, pertenecen a las misma familias, viven en los mismos barrios. Sienten la misma hostilidad hacia los occidentales (y hacia los blancos de manera general).
Sin duda no todos son cómplices de los terroristas, pero comparten al menos en parte la misma opinión de que los occidentales tienen su parte de responsabilidad por el terrorismo (a causa de la esclavitud, la colonización, la dominación económica que ejercen sobre los “países pobres”, el racismo y las discriminaciones de las que son culpables contra los inmigrantes…). Lo que no es dudoso es que una parte importante de esos musulmanes llamados moderados no están nada descontentos de ver cómo se ha castigado a esos periodistas blasfemadores.
Para resumir: “moderados”, integristas y terroristas musulmanes no son más que facetas de un mismo problema.
Si hablamos de musulmanes comunes y corrientes, es obligado decir que es entre ellos que encontramos la inmensa mayoría de los delincuentes que señalamos más arriba. La delincuencia que pradtican puede no estar motivada por el islam o la voluntad de conquista, pero constituye un manifiesto desapego a Francia y a sus valores, así como una clara demonstración de un odio sordo contra la población autóctona, blanco casí exclusivo de sus fechorías y agresiones. multiformes.
Por lo tanto no podemos adherirnos a los análisis de la oligarquía, que pretende hacer una distinción radical entre los integristas, los violentos y los terroristas (que serían una ínfima minoría) y la inmensa mayoría de los musulmanes, que estaria compuesta por “moderados”, adeptos de un supuesto un islam laico y respetuosos de las leyes y los valores republicanos. Esta versión de las cosas es completamente irreal. Es una mentira. Es una fábula.
El problema no es, pues, el islamismo. Ni siquiera es el islam. Si los inmigrantes fueran poco numerosos, el hecho de que fueran musulmanes y hasta integristas no sería un problema mayor: serían fácilmente controlables. El problema es su número, ya sean musulmanes o no. El problema es la inmigración, los inmigrantes que llegan sin cesar, los que ya están aquí. El problema es la invasión.
FUENTE: MinutoDigital.
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