Y POR SUPUESTO, ESTRELLA INVITADA/SPECIAL GUEST STAR:
EL INGENIOSO E INIGUALABLE
MULLÁH NASRUDIN
PATROCINAN:
THE FABULOUS FURRY
FREAKS BROTHERS
Una noche Nasrudin caminaba en solitario por una calle. De repente se dio cuenta de que unos cuantos hombres a caballo se dirigían hacia él.
Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa mala. Se asustó y cuando los hombres y el ruido de sus caballos se acercaron, se puso a correr y entró a toda prisa en un cementerio. Para esconderse se tumbó rapidamente en una fosa abierta.
Los jinetes – que eran simples viajantes – se sorprendieron al ver a aquel hombre corriendo. Siguieron Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. Él estaba allí con los ojos cerrados como si estuviera muerto.
Los hombres le dijeron:
- ¿Qué te sucede?
- ¿Por qué te has asustado tanto de repente?
- ¿Qué pasa?
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo.
Abrió sus ojos y dijo:
- Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme porqué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía.
Una noche, mientras dormía, Mulla sintió frío y se despertó. Llovía, granizaba y, entre estallido y estallido de trueno, oyó el ruido de una discusión cerca de su casa.
Movido por la curiosidad, saltó de la cama, se cubrió con su manta de lana y salió para comprender la causa de aquel jaleo. Advirtió entonces que había una banda de ladrones que , tan pronto como le vieron, se arrojaron sobre él, le arrebataron la manta y se pusieron pies en polvorosa.
Tiritando entonces de frío y de temor, regresó a su casa, cerró la puerta y se reunió con su mujer en la cama.
-¿Qué era tanto jaleo?- le preguntó ella-. ¿Y cual era la razón de esa disputa?
Nasrudin respondió con tono desenvuelto:
-Era una banda de gamberros que se peleaban por mi manta. Una vez que la han cogido, han hecho las paces y han proseguido tranquilamente su camino.
Dos comerciantes aparecieron en el tribunal en que el Mullah Nasrudín estaba sentado como juez. Habían vuelto recientemente de un viaje a Bagdad donde cada uno había comprado un saco de albaricoques secos y cada uno había puesto su parte de fruta en sus hermosas alforjas. En el viaje de vuelta, se habían comido los albaricoques, pero en vez de comerse cada uno los suyos, habían robado los del otro. Por lo cual cuando llegaron a casa, las dos bolsas estaban vacías.
Después de escuchar la historia, Nasrudín dio a cada hombre la alforja del otro.
—Ahora, los dos habéis sido compensados por vuestras pérdidas, pero antes de que os marchéis, debemos considerar los costes del tribunal,convalidó el juez. Y para cubrirlas, se quedó con ambas alforjas.
En un pequeño pueblo, hace ya algunos años, el sacerdote de la parroquia tenía que marcharse a una ciudad lejana por razones de trabajo (se puede sustituir el sacerdote por un pastor, predicador o cualquier líder religioso). Así que a las puertas del pueblo se despide del Alcalde del pueblito.
- Bueno hijo mío, me marcho. Espero que todo esté bien durante mi ausencia.
- No se preocupe Padre, todo estará muy bien.
Y de ésta manera, el cura se marchó montado en su mula.
Semanas después el padre emprende su regreso y al estar cerca del pueblo observa a la distancia que una persona se acerca corriendo. Era el alcalde del pueblo, con la ropa toda sucia y con cara de desespero. El cura le dice:
- ¡Hijo mío! ¡Que ocurrió!
- Una desgracia padre, una desgracia. ¡Un huracán! Pasó por el pueblo y se llevó mi casa y todas mis pertenencias. ¡Quedé sin nada!
- Lo sabía, lo sabía –Dijo el sacerdote en tono de reproche- Ya te lo había advertido. Muchas veces te dije que tu mal comportamiento te traería desgracias. Es un justo castigo de Dios por toda tu corrupción, robos, infidelidades y toda tu perversión. Es un justo castigo del cielo.
El Alcalde se queda mirando fijamente al sacerdote y le dice en forma sarcástica:
- Sabe una cosa Padre. El huracán también se llevó su casa.
El Cura junta sus manos a manera de plegaria y mira hacia el cielo. Y dice:
- Hijo mío ¡Los caminos del señor son tan misteriosos!…
Estaba un dia Jesús contemplando la tierra desde el cielo y mirando todo el mundo le llama la atencion el Vaticano. Ahí ve la suntuosidad con la que viven todos los sacerdotes y mas aún, el Papa, Cristo mira sus atavíos tan finos, sus anillos y cáliz de oro, los lingotes de metales preciosos, sus autos blindados y aviones privados. Y queda tan sorprendido que lo único que se le ocurre decir es:
-Vaya y pensar que yo inicié el negocio subido en un burro…
Nasrudín compró una gran cantidad de huevos e inmediatamente los vendió a un precio menor que el costo. Y cuando alguien le preguntó por qué había hecho eso, respondió:
—Usted no querrá que me llamen especulador, ¿no?
Un día, el rey y Nasrudín tuvieron una disputa y el monarca lo desterró de la corte.
—¡Vete ya, no quiero volver a ver tu cara hasta que estés dispuesto a mostrarme algún respeto!
Pasaron unas semanas y el rey empezó a echar de menos a Nasrudín. Le llamó de regreso al palacio. Cuando el Mullah acudió, se acercó al trono caminando de espaldas.
—¿Qué tontería es ésta?, preguntó el rey.
—Simplemente estoy obedeciendo tu última orden,replicó Nasrudín.
- Íbamos yo y Nacho.
- No hijo, íbamos Nacho y yo.
- ¿Cómo? ¿entonces yo no iba?
Una madre va al colegio a hablar con el profesor de su hijo.
- ¿Por qué va usted a suspender a mi hijo?.
- Porque ha copiado descaradamente a su compañero.
- ¿Y cómo sabe usted que ha copiado mi hijo y no el otro chico?.
- Pues verá señora, porque las nueve primera respuestas eran exactamente iguales, pero cuando ha llegado a la última, el compañero de su hijo había puesto:
- No me la sé.
Y su hijo ha escrito:
- Yo tampoco.
Nasrudín robó un buey, lo mató y le quitó el cuero.
El dueño lo identificó como el autor del delito y comenzó a gritar y a lamentarse.
—Es extraño, musitó Nasrudín, como funcionan causa y efecto. Yo mato un animal, y es el dueño el que se comporta como si lo estuvieran desollando.
Entra un señor en un bar y el camarero le pregunta:
- ¿Qué quiere?.
- ¡Que qué quiero!, una casa más grande, tener más dinero, que mi mujer sea más guapa.
- No, hombre, ¿que qué desea?.
- ¡Que qué deseo!, tener una mansión, ser millonario, que mi mujer sea estupenda.
- ¡No hombre!. ¿Que qué va a ser?.
- ¿Que qué va a ser?. Yo prefiero que sea chica pero si es un niño, no me importa.
- ¡No hombre!. ¿Que qué va a tomar?.
- ¡Ah, hombre, eso se dice antes!. ¿Qué hay?.
- Pues nada, por aquí, siempre detrás de la barra…
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