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Un relato Escato-Costumbrista

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Ewc-en-el-mundo-07n algún lugar de provincias la España de post guerra se despereza lentamente de la pesadilla. Es el final de los años cincuenta.
Alberto es un joven de su época. Viste traje gris, usa una camisa blanca con cuello y corbata de color por debajo y pantalones amplios. Complementa su estilo con un sombrero. Al menos así se le ve, porque la canícula aprieta la imaginación y de la camisa solo queda el cuello y los puños, todo debidamente cosido a la chaqueta y al chaleco.
Ha estado comiendo en un bar de la carretera de la sierra, comida ligera, unas migas con chorizo, un plato alpujarreño, un entremés de callos y todo regado con un buen cosechero. Así que cuando se baja del tranvía, junto al puente del río, el sopor del vino y el calor de la tarde se alían para intentar tumbarle. Pero no puede ser, ha quedado en el café Suizo para tomar café. Y no es una cita cualquiera. Un tío de su novia le ha invitado a su tertulia para conocerlo antes de contratarlo como contable para su ferretería. Son dos grandes oportunidades, poder iniciarse por fin en el mundo laboral, creando nuevas expectativas para su futuro y además poder asistir a una tertulia en el café Suizo, algo no al alcance de cualquiera.
Así que no hay calor ni alcohol que tuerzan su camino hacia el café. El esfuerzo es grande, la carrera se empina bordeando el río y en su cúspide se alza el edificio de tertulias de la ciudad. Para Alberto los cuatrocientos metros que lo separan de su objetivo le recuerdan el vía crucis de Jesús hacia el Gólgota, solo que, y salvando las diferencias, su cruz no estaba sobre los hombros si no en su estómago. Que en su interior revoloteaban miles de mariposas expresa de una forma muy cursi lo que empezaba a sentir en su vientre. Un símil mas realista sería compararlo con un volcán próximo a entrar en erupción, con sus gases golpeando las paredes en busca de salida y la lava al rojo vivo intentando abrir un cráter por alguna parte de su abdomen.
Cuando por fin consiguió llegar a su destino, no pudo menos que recordar como eran las letrinas de café Suizo y eso le detuvo unos segundos antes de empujar la puerta. Tras bajar unas escaleras había una habitación. A la derecha una serie de puertas escondían las letrinas. En el suelo de las mismas había una taza turca que podría ser que alguna vez hubiera sido blanca y… nada más. El sitio señalado para los pies aparecería la más de las veces inundado y el negro agujero en el suelo que señalaban no ofrecía seguridad de tragarse nada, como se venía a demostrar en alguna de ellas.
Desde una esquina, una mano levantada le obligó a entrar. Mientras se sentaba, su estómago empezó a mandarle inequívocos e inquietantes mensajes. El sudor empezó a asomar sobre su frente mientras maquinalmente pedía un café solo. Fue una mala idea, el primer sorbo hizo despertarse al magma que lanzó bocanadas de gas y provocó intentos de huida de parte del contenido de su abdomen. Tras el segundo, los gases buscaban desesperadamente por donde salir y ni el cruzar las piernas ni el apretarse con fuerza sobre el asiento parecía que fueran a pararlos. Fueron momentos difíciles y había que tomar una decisión. Se levantó, intentando no liberar la presión que cerraba el paso a la inminente erupción.mierda
-Les ruego me disculpen un momento.
Corrió todo lo rápido que pudo por entre las mesas y bajó de dos en dos los escalones hacia los servicios. Antes de abrir la puerta de la primera letrina que alcanzó, ya tenía los pantalones por las rodillas, se giró y liberó la presión que había estado reteniendo hasta ahora. Inmediatamente una voz sonó a sus espaldas:
¡Cristo, me han cagado!
El susto, la impresión de tan inesperada situación, le hicieron saltar hacia adelante y antes de que se diera cuenta volvía a correr entre las mesas, ahora en dirección hacia la calle. Estaba a punto de salir, cuando un pensamiento le asalto la mente:- Para qué corro, si como habré dejado a ese pobre hombre no puede perseguirme.
pedo

Archivado en: HUMOR, RELATOS Tagged: "RELATOS HUMORÍSTICOS", CAGAR, HUMOR, NECESIDAD, RELATOS, URGENCIA, WC

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