Originalmente publicado en La paseata:
El problema de una construcción nacional es su coste en el que hay que incluir a los obreros y capataces muertos por la falta de escrúpulos de sus arquitectos y la desatención a las medidas de seguridad. Un auténtico atropello a la convivencia y buena vecindad.
Veo en las noticias del fin de semana los ecos de la manifestación que llenó las calles del centro de Barcelona con algunos miles de felices independentistas, progres con apariencia de buenismo democrático aliñado con estética seudo hippy y me sorprende la declaración de un joven con carita de no haber roto un plato en su vida que asegura que los buenos son ellos, los Somescola, seguidores libres de la inmersión linguística y que cualquier vecino que quiera para sus hijos una educación en castellano, está equivocado.
Lo que en román paladino significa que ese ser piensa que los catalanes no independentistas tienen la puerta…
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