Originalmente publicado en Entre Castillo y Castroviejo:
-¡La música del diablo! -decían. Los guardianes de la moral y las apariencias tenían sus razones para temer la tremenda repercusión que de hecho alcanzaría aquel sonido vibrante y pegadizo, de explícitas connotaciones sexuales, surgido en la primera mitad de los años 50. Se trataba de algo más que un nuevo estilo, era una nueva estética y una nueva actitud; en aquellos EEUU aberrantes por sus diferencias raciales en derechos de todo tipo, se incidió en la particular denominación de origen Rythm & Blues para diferenciar a los blancos que se apuntaban a tocar también Rock & Roll. La mejor y peor característica de Elvis Presley, según a quién le preguntaras, era que cantaba y se movía como los negros (se prohibió expresamente que la televisión le enfocara de cintura para abajo). Sin adentrarme en los orígenes de aquella contracultura multiracial que pusiera de acuerdo a los adolescentes de…
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