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La parábola del anillo de la sabiduría.

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ANILLOHace muchos siglos en un pequeño pueblo de Oriente, donde vivia un hombre cuyo objeto más preciado era un anillo de valor incalculable. No penseis que estaba hecho de un metal precioso o tenía incrustados diamantes u otras gemas. No, se trataba de una sencilla alianza, cuya importancia residía en conseguir para su portador el secreto poder de volverse agradable a Dios y a los hombres. De hecho, hacia de su dueño el jefe indiscutible y venerado de toda su casa. Este hombre, que era sagaz y justo, comprendió la transcendencia de asegurar tal fuente de sabiduría. Por eso, a su muerte, legó el anillo a su hijo preferido, quien, una vez mas, se convirtió en una persona venerada. Este, a su vez, lo transmitió al que fué elegido futuro jefe de su casa. Y así ocurrió sucesivamente, de forma que la alianza fue siempre un símbolo de aquella familia.

De generación en generación, el anillo fué pasando hasta llegar a manos de un padre de tres hijos, incapaz de decidir a cual legarlo, pues amaba a todos igual. Pensó en todo tipo de soluciones sin encontrar salida a su problema. Su actitud hacia los tres hizo que cada uno alimentara fundadas esperanzas de recibir el preciado don. En consecuencia, la fueron apremiando poco a poco. Le decian:

- Debes decidirte pronto , padre. Has de acabar con la zozobra en la que vivimos. Eso sin mencionar el hecho de que si te ocurriera algo, Dios no lo quiera, podría originarse un altercado de dificil solución.

Pero el no sabía que hacer. Durante bastante tiempo siguió posponiendo la decisión, hasta que al final, a causa del amor que les profesaba, se comportó con debilidad. Ocurrió así: cometió la imprudencía de prometérselo a cada uno de ellos por separado. Si bien era consciente de haber tomado una decisión temporal, gracias a este arreglo transcurrieron muchos años en paz. El patriarca dirigía la casa en armonía y sus descendientes, convencidos de ser los futuros portadores del anillo, desempeñaban sus funciones sin la menor controversia. Sin embargo conforme pasaba el tiempo, el padre se inquietaba, pues sabía que aquella situación debía resolverse. Sintiendo próximo su fin, no se le ocurrió mejor arreglo que convocar en secreto a su vecino, un reputado orfebre, a quien encargó dos anillos semejantes en todo al primero. El artesano lo hizo tan bien que el mismo padre fue incapaz de distinguir cual era el original. Después, hizo venir a sus hijos, por separado y sin testigos y les entregó cada una de las copias, diciendoles:

- Hijo mio, te he mandado llamar porque se aproxima la hora de mi muerte y debemos hablar. Como sabes, mi mas preciado tesoro es el anillo de la sabiduría que mi familia guarda de tiempos inmemoriales y que te convertirá en el nuevo jefe de nuestra casa. Hace tiempo te lo prometí y hora es de que lo tengas.

Después de pronunciar estas palabras, se acercaba a una alacena y cogía al azar una de las tres cajitas de madera taraceada que contenia las réplicas y el original.

- Tomalo -dijo a cada uno de los hermanos- y no lo lleves en tu dedo hasta el día de mi muerte. Y desde entonces, hazlo solo en los momentos excepcionales, pues no es su uso, sino su posesión, la que te dará el poder de covertirte en el rector de nuestra familia.

Dicho esto, se despedía con gran pompa de cada uno de los tres hermanos. Pocos dias mas tarde el patriarca murió dulcemente. Después del entierro, cada uno de los hijos exhibió con orgullo el signo de la autoridad y se presentó como el elegido. ¡Imaginad su estupor!. Fué imposible averiguar cuál era el verdadero anillo. En consecuencia, los tres hijos pretendieron obtener la dirección de la casa común con idéntica legitimidad.

 Cuestión esta  que no ha sido dilucidada jamás.


Archivado en: RELATOS Tagged: ANILLO, CUENTOS, HISTORIAS, LEYENDAS, PARÁBOLA, PARÁBOLAS, SABIDURÍA

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